¿Por qué nos cuesta tanto desaferrarnos a lo que ya conocemos? ¿A lo que ya tenemos? ¿Por qué nos oponemos ante cambios significativos?
En general, los procesos de cambios significativos son procesos de transformación y, como tales, siempre provocan resistencias. Dicho de otra manera, en nuestra condición humana nos aterrorizan los cambios.
Manejar las resistencias se hace fundamental para la gestión del cambio. Pero… ¡¿cómo?!
Lo primero que debemos hacer es aceptarlo. Asumir que se avecina una ruptura inminente con la rutina ya asentada, con ese estado de estabilidad y bienestar aparente. La incertidumbre es inherente a cualquier proceso de cambio, debemos admitirla y hacerla un hueco en nuestra planificación emocional. El cambio ocurre, el queso no cesa de moverse.
Una dosis de positivismo se convierte en un ingrediente clave en todo el proceso de adaptación. Por desgracia, de manera inconsciente solemos ver más las pérdidas que las ganancias. Invirtamos nuestro discurso interior: ¿qué ventajas voy a obtener de lo nuevo que se avecina? Olvídate de las posibles pérdidas, como decía mi madre, teta y sopa no caben en la boca.
Tomar los cambios como una puerta más grande que se abre a tu paso se hace fundamental, y debemos verlo no sólo como una puerta nueva más grande, si no como un proceso en constante renovación y retroalimentación en el que tras la puerta, vienen portones, pórticos, y pasos más vigorosos todavía.
Anticiparse y controlar el cambio nos prepara para afrontar los nuevos retos con mayor agilidad y entusiasmo, y muta las resistencias en pormenores subyacentes. Una vez que tu queso se haya agotado o dejes de encontrarlo sabroso, no esperes a que un nuevo queso llame a la puerta, sal a buscarlo! Puede que lo que encuentres no te guste pero no te morirás de hambre y siempre habrás aprendido algo en el camino (¡que viva Ítaca!); o puede que el nuevo descubrimiento te apasione y haga resurgir esa energía electrizante de motivación y pasión que hacía tiempo habías dejado en algún lugar recóndito de tu rutina.
El autoconocimiento es un factor clave para el proceso de adaptación. Cuánto más y mejor te conozcas, mejor te podrás aliar con el cambio y, lo que es mejor, disfrutarlo. Saborea la aventura y disfruta del sabor del Queso Nuevo.
Si el cambio ha sido por decisión propia, siéntete afortunado por ello: tienes el gran privilegio de poder decidir e influir sobre cambios venideros. Y recuerda, a decisión tomada, decisión acertada.
En definitiva y tal y como afirmó hace más de 2.500 años Heráclito en la Grecia Antigua, todo fluye, todo cambia, nada permanece. Lo que hoy es blanco, mañana se torna negro por obra y gracia del tiempo. Cuando te enamoras, o cuando alguien te asombra, lo haces ante una persona que es el hoy, y mañana es otra, como tú mismo. Cada vino tiene su año y su cosecha, cada fruta, su estación. Todo es relativo, nada es seguro. Y el mundo es una consecuencia de que nada en el acontecer humano es eterno.
P.D- La presente reflexión no es si no auto-terapia de una miedica. El hecho de escribirlo refuerza y consolida mi actitud ante los cambios.